sábado, 25 de septiembre de 2010

Nanjing, bajo el peso de la historia



Acabamos de festejar en China el festival de medio otoño, una celebración de tres días en la que los chinos suelen reunirse con sus familiares, para contemplar la luna llena al tiempo que degustan una especie de panecillos rellenos llamados “pasteles de luna”. Yo, por mi parte, aprovechando que estos días no ha habido clases, me fui a Nanjing, capital de la provincia de Jiangsu y una de las metrópolis más prospera y acogedora de todo el país. Una ciudad moderna y elegante, con una excelente red de transporte público, una importante universidad, y rodeada de esplendidos paisajes. Todo ello en armonía con un importante patrimonio histórico, legado en su mayor parte de la dinastía Ming.


Rascacielos del centro Greenland, entre los más altos del mundo (450 metros).


Metro de Nanjing



Hay cantidad de cosas que ver y hacer en Nanjing, pero debido a mi limitado tiempo, me concentré mayormente en la colina Zijin, también llamada “colina de púrpura y oro”. Se trata de un inmenso parque natural dividido en tres importantes enclaves monumentales, cada uno de ellos con diversos edificios y restos históricos. El primero que visité fue el mausoleo de Sun Yatsen, una cripta encaramada en lo alto de una montaña, precedida de una larga escalera de 392 escalones. Merece la pena la subida aunque solo sea por las vistas que de allí se divisan.






Esta foto tiene algo que me gusta, pero me es difícil explicar exactamente el que.

El Dr. Sun Yatsen pasó a la historia por ser uno los fundadores de la república de China y líder del partido Kuomintang (KMT) o partido nacionalista de China, cuyos colores (azul y blanco) predominan en su mausoleo. Su filosofía política se condensa en los llamados “tres principios del pueblo”: nacionalismo, democracia y bienestar del pueblo. Lamentablemente, estos principios solo se mantienen en vigor en Taiwan. Aunque murió en Beijing, en 1925, su deseo era ser enterrado en Nanjing, sede del gobierno chino en aquella época.


Interior del mausoleo


Algunos restos de la invasión japonesa en 1931


Al final de la escalera

Los otros dos puntos de interés en la colina Zijin son la tumba Ming Xiaoling y el templo budista de Linggu. La primera está precedida del “sendero del espíritu”, flanqueado por diferentes estatuas de piedras, que representan animales como leones, camellos o elefantes, que protegen el sepulcro de los malos espiritus. En el segundo, aparte del templo en sí, destaca la pagoda octogonal, de 60 metros de alto, construida como tributo a las víctimas de la revolución china de 1911.


Sendero del espíritu




Pagoda de Linggu

A la hora de salir de la colina y volver a la ciudad, pude comprobar una vez más lo arduo que resulta comunicarse en China. Por mucho que intentaba vocalizar las palabras necesarias para indicarles a los taxistas donde quería ir, todo era en balde y nadie podía entenderme a no ser que se lo mostrara escrito en letras chinas. Es complicadísimo encontrar a gente que hable algo de inglés, incluso en ciudades grandes como Nanjing. Al final y a duras penas conseguí alcanzar mi siguiente punto, Zhongyan Men, una de las puertas de la ciudad antigua que aún perduran, desde donde se aprecia parte de las murallas de la época de la dinastía Ming.







Pero si había un lugar que especialmente deseaba visitar, ese era el salón conmemorativo de la masacre de Nanjing, uno de los capítulos más terribles en la historia moderna china. Dicho episodio se menciona en el libro “El efecto Lucifer”, de Philip Zimbardo, que trata sobre como los seres humanos somos capaces de cometer las más crueles atrocidades en determinadas circunstancias. La masacre se produjo en Nanjing en 1937, durante la invasión japonesa, cuando efectivos del ejército nipón asesinaron a más de 300000 civiles, aparte de perpetrar cientos de miles de torturas y violaciones, todo bajo el consentimiento del gobierno de Japón. Si queréis saber más sobre este tema, os recomiendo el libro “La violación de Nanking” de Iris Chang.




Restos en la fosa común

Problemas de comunicación y premura de tiempo aparte, disfruté bastante de mi paso por Nanjing y no descarto volver (me pilla relativamente cerca) en un futuro, con más tranquilidad. Agradecimientos especiales para Minxuan, una chica de Couchsurfing que me acogió los dos días, y Carlos, un español que antes vivía aquí y que da clases de inglés en Shaoxing, por sugerirme la idea de hacer este viaje y guiarme por la vida nocturna (que si, que os prometo monográfico sobre baretos y otros antros de vicio y perversión en China).

"Disfruta hoy, es más tarde de lo que crees."


3 comentarios:

  1. Fantástica visita por Nanjing. Las fotos son de lujo. Yo tampoco sé qué debe ser lo que te llama de la séptima foto, ¿será su séptimo arte?
    Saludos,
    Chantal.

    ResponderEliminar
  2. La foto es bonita pero no será que te gusta el culo de la china esa de naranja? guarrete?

    ResponderEliminar
  3. Ya se porqué te gusta la foto esa, es por que la chica no pasa frio ¡¡¡vaya bragacas que lleva la criatura!!!

    ResponderEliminar