viernes, 22 de octubre de 2010

El pueblo habla

Entre crónicas viajeras y exaltaciones patrióticas varias, no he encontrado hasta hoy un huequecito para tratar la noticia que ha hecho que China esté una vez más en el punto de mira de la opinión pública internacional. Me refiero, como podéis suponer, a la entrega del premio ese que tiene nombre de tabaco, que todos los años conceden unos señores noruegos a una persona o entidad por sus méritos en el ámbito de la paz. Este año, dicho premio ha recaído en un preso político chino, Liu Xiaobo, en prisión por oponerse al gobierno de su país. ¿Provocación hostil por parte de las potencias occidentales o un toque de atención a los dirigentes chinos para que allanen el camino hacia la democracia?



En general, la noticia no ha tenido mucha repercusión en la sociedad china, ya sea por la fuerte censura que ha sufrido la difusión de la información (he leído que hasta bloqueaban mensajes de móvil con el nombre del premiado) o por mera indiferencia. Aún así, he querido investigar y conocer lo que piensan los ciudadanos de a pié sobre este tema. Con mis estudiantes apenas he comentado el asunto, pero si que he conseguido un par de testimonios interesantes por parte de dos compañeras, a la que agradezco enormemente su colaboración.

Una de ellas (vamos a llamarla Xianxin), es una joven de 24 años, algo bisoña en temas políticos según reconoce, pero con las ideas bastante claras acerca de lo que este premio implica. “Lo veo más como un ataque a China que como un gesto de apoyo al proceso democrático. Existen muchos prejuicios e ideas erróneas sobre mi país por parte de los medios occidentales. He leído las opiniones extranjeras y no me parecen justas todas esas críticas. Occidente ve a China como una amenaza”.

A la pregunta de si algún día China avanzará hacia un proceso democrático, Xianxin me responde: “Esta China no es la misma que la de los años de Mao. Hay más tolerancia en las opiniones, y el culto a la personalidad ha desaparecido. No se puede comparar con el comunismo que existe en Corea del Norte, por ejemplo. Estamos en plena evolución política y creo que algún día daremos el paso hacia la democracia. Espero que Occidente sea menos exigente y nos de un espacio”.



Por su parte, Jing, una mujer de mediana edad me cuenta: “Me parece que este comité casi siempre quiere entregar el premio a personas en contra de sus gobiernos, y que apoyan la división territorial. Es todo un instrumento político para provocar la inestabilidad de dichos gobiernos. Ya ocurrió algo parecido con el Dalai Lama en 1989”.

En cuanto a que si el premio iba a variar el trato a los disidentes por parte del gobierno chino, me contesta: “Creo que el gobierno no va a cambiar su política, al menos no a corto plazo. ¿Cambiaría Estados Unidos su política imperialista si los demás países lo pidieran? Me parece que no. Entonces, no pienso que nuestros gobernantes hagan lo propio en relación al comunismo”.

Sobre la libertad de expresión, Jing opina que la situación ha cambiado enormente en relación a años pasados. “Cuando yo era joven, la gente no se atrevía a decir nada. Ahora se puede hablar de casi todo, aunque hay ciertos terrenos en los que se prefiere no entrar, tal y como pasa también en otros países del mundo, como en España con la monarquía, por ejemplo.”

Finalmente concluye: “Creo que los occidentales no conocen bien la situación actual en China, ni su cultura e historia. Llegar a ser un país unificado y tan poderoso no ha sido fácil, y creo que sin el comunismo esto no hubiera sido posible”.



No me quiere extender mucho más en este tema. Simplemente quería mostraros un par de opiniones locales, para que vosotros mismos reflexionéis sobre cual es la verdadera situación, y analicéis críticamente lo que nos están intentando vender. No soy para nada partidario de los gobiernos totalitarios que coartan la libertad de expresión, pero también creo que se le está dando demasiada caña a China, más por temor a que llegue a ser la principal potencia económica mundial que por otra cosa. Por otra parte, no digo que Liu no se mereciera el premio, pero habría preferido que se lo hubieran otorgado este a Vicente Ferrer, ese hombre si que se lo curró. Otra vez será.

“Cuando el dinero habla, la verdad calla.”

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