jueves, 24 de marzo de 2011

Cuando las barbas del vecino veas cortar...

La principal noticia y tema de conversación entre los chinos durante los últimos días ha sido el terremoto ocurrido en Japón el pasado 11 de marzo, el posterior escape nuclear y sus posibles repercusiones en la población. Los más agoreros ven en esta catástrofe una señal más de que el fin del mundo está cada vez más cerca, y vaticinan que la nube radioactiva no tardará en llegar a las costas chinas. El gobierno, por su parte, ha comunicado que no existe ninguna señal de radiación en territorio chino, pero advierte de la necesidad de tomar precauciones con todo aquello llegado del país nipón, especialmente con la comida.



Gran parte de la culpa del pánico entre la población la tienen los rumores que circulan por Internet. Una de las situaciones más disparatadas fue la avalancha de consumidores que se agolparon en los supermercados de gran parte del país, agotando sus existencias de sal. Por lo visto, se había propagado una información errónea que decía que esta sustancia protegía de una hipotética radiación. Este estado de confusión y pánico injustificado, fue aprovechado por comerciantes sin escrúpulos, que subieron los precios de la sal hasta un 10% (no quiero ni imaginar lo que ocurriría en el caso de una amenaza real).



Lo acontecido en la central japonesa de Fukushima ha puesto sobre la mesa el debate sobre la conveniencia de construir más plantas nucleares en China. El gobierno ha suspendido por completo los proyectos de construcción de nuevas centrales, para que los estándares de seguridad puedan ser revisados a conciencia. En estos momentos, China cuenta con 7 centrales nucleares, sólo una de ellas (Qinshan) ubicada en Zhejiang, mi provincia. Al menos estas plantas están construidas en zonas relativamente estables, donde la actividad sísmica es prácticamente nula.



Así que, por el momento la situación parece que es estable y las probabilidades de que la radioactividad pueda extenderse a otros países cercanos a Japón es bastante baja. Ahora bien, siempre hay cabida para el típico interrogante de "¿nos están contando TODA la verdad?". Yo prefiero ser optimista y creer que la situación en Japón tenderá a ser controlada definitivamente, y que este terrible desastre sirva al menos para que los gobiernos se lo piensen dos veces a la hora de aprobar proyectos nucleares.

"Las bendiciones nunca vienen en pares, y los infortunios nunca vienen solos."

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